Legado Ministerial *

Nuestra Cabeza doctrinal es Cristo, pero Cristo delega responsabilidad Ministerial a Apóstoles, Profetas, Evangelistas, Pastores y Maestros (Efesios 4:13). 
El delegado de Cristo en esta tierra, que nos doto la doctrina de Cristo en estos tiempos finales, fue el Apostol Othoniel Rios Paredes (en la presencia del señor), Ministro probo de Jesucristo y a quien le fuere revelada por Cristo la doctrina Apostolica, para luego compartirla y enseñarla a la iglesia, así como defenderla del leudador. A continuación su biografía.

Apóstol Dr. Othoniel Ríos Paredes (1927-1998)
BIOGRAFIA
 
El ministerio ELIM se inició en la ciudad de Guatemala en año de 1963 bajo el liderazgo del Dr. Othoniel Rios Paredes, profesional prominente en el campo de la medicina y cirugía quien fue llamado sobrenaturalmente a pregonar el Evangelio, cambiando la curación de cuerpos por la sanidad de almas.

El ministerio comenzó en un pequeño garaje de una casa, la cual albergaba un grupo de 15 personas. Luego se construyó el primer templo para 300 personas, seguidamente un segundo para 2,000, el cual fue abarrotado antes que concluyera su construcción en 1,972. El crecimiento fue tan acelerado, que se hizo necesario el traslado de la congregación a las bodegas de un supermercado, logrando reunir aproximadamente a 3,000 personas.
En el año de 1962 el Dr. Othoniel Ríos Paredes fue alcanzado por Dios durante una campaña evangelística. Su Ministerio se caracterizó por experiencias personales con Dios, por medio de su Espíritu Santo, que más tarde, serían el respaldo para ese legado doctrinal del cual hoy disfrutamos.
La experiencia que marcó el inicio del avivamiento del Ministerio del hermano Otto, fue el bautismo del Espíritu Santo el cual sucedió en la sala de su casa. El hablar en lenguas del Espíritu fue para él una experiencia nueva la cual fue seguida por la manifestación de los dones del Espíritu en la congregación.

Durante los cultos, uno a uno se fueron mostrando los nueve dones del Espíritu (1 Cor. 12:7-10), como una confirmación a la interrogante que había en la mente del hermano Otto en cuanto a la vigencia para este tiempo del bautismo en el Espíritu Santo y la manifestación de los dones del Espíritu, así como de los cinco ministerios. En relación a ésto debemos recordar que en las iglesias evangélicas de la época no había revelación en cuanto a estos aspectos.
La escritura dice que Dios es el que dá el crecimiento (1 Cor 3:7), y en el caso de Elim esto se hizo realidad, pues en la medida que el hermano Otto y la congregación se sujetaban a la guianza del Espíritu Santo, el número de miembros crecía rápidamente y día a día se añadían más almas a la Iglesia.
Simultáneamente con el crecimiento se daban milagros, señales y prodigios dentro de las congregaciones, que indudablemente eran de gran bendición para aquellos que los experimentaban o veían de cerca.  Nuestro Apóstol siempre nos enseñó que las señales siguen a los que creen, pero que primero es la Palabra, y la obediencia a ésta, llevando una vida de consagración. Por eso nunca le escuchamos hacer alarde de los prodigios que se daban en la congregación.

Sabemos que Dios es galardonador de los que le aman, y esto sucedió en la vida del hermano Otto.  En 1982 cuando en su lecho de enfermo, pasando por una tremenda prueba en la que estuvo a punto de perder un brazo, lo visitó Jesucristo para confirmar el llamamiento Apostólico.

Sería muy difícil estimar con exactitud el número de almas que recibieron al Señor en la Iglesia que pastoreó el Dr. Ríos durante los 37 años de ministerio, pero estamos seguros que se cuentan en varias decenas de miles.

Dios realizó su obra por medio de su siervo en gran magnitud, cumpliendo con las señales de un auténtico apóstol del Espíritu: vio a Jesucristo resucitado, se fundaron cientos de iglesias en diferentes países de América y otros continentes, se engendró y discipuló a cientos de ministros que el Señor ha llamado a servirle en los cinco ministerios.

El legado de doctrina revelada que nos fue dado por medio del Dr. Ríos es abundante, se necesitaría de muchos tomos para escribir en su totalidad lo que compartió desde el púlpito y en los diferentes grupos de estudios pastorales. Mucha de esa revelación puede bendecir aún a aquellos que tengan la oportunidad de escucharla o leerla.

Nosotros no le damos gloria a los hombres porque ésta le corresponde solamente a Dios, pero sí podemos agradecerle por habernos regalado un Apóstol que nos bendijo y cuyo principal legado y ejemplo que nos dejó es el Amor a Dios.

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